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Voces de la Comunión: Rev. Liria Consuelo Preciado

(LWI) – La Rev. Liria Consuelo Preciado fue la primera mujer ordenada en la Iglesia Evangélica Luterana de Colombia (IELCO). Actualmente la iglesia cuenta con tres mujeres y cinco hombres sirviendo como pastores en 21 congregaciones y misiones. Tras 25 años en el ministerio ordenado, «Pastora Consuelo» -como se la suele llamar- nos habla de su motivación para ser pastora y del papel de la mujer en su iglesia y en el proceso de paz de Colombia.

¿Podría contarnos algo sobre sus orígenes y cómo creció? 

Vengo de una región de Colombia llamada Llanos Orientales, de un pueblo llamado Paz de Ariporo, en el departamento de Casanare. La zona es conocida por la ganadería y la producción de carne. Crecí con nueve hermanos, y yo soy el menor. Así que éramos una familia muy numerosa, y mis padres se enfrentaron a muchas dificultades para criarnos. Sin embargo, mi abuela y mi madre siempre se mostraron muy decididas y deseosas de animarnos.

¿Qué le hizo decidirse a estudiar teología y ser pastor? 

Al principio, tenía una beca de la Federación Luterana Mundial (FLM) para estudiar trabajo social. Nunca se me había pasado por la cabeza estudiar teología y ser pastor. Pero mientras estudiaba en Faculdades EST en São Leopoldo, Brasil, me di cuenta de que las ciencias sociales no eran lo que yo quería. En cambio, tuve la oportunidad de participar en clases de teología, y eso me tocó la fibra sensible.

Lo describiría como una vocación que surge en un proceso. Por el camino, me di cuenta de que Dios llama a las personas al ministerio de Dios de distintas maneras -hombres y mujeres, jóvenes y niños- para que actúen y trabajen al servicio de la Iglesia en esta tierra. Me enamoré de la teología y pude continuar mis estudios tras conversaciones y negociaciones con la IELCO, la Facultad de Teología de Faculdades EST y la FLM.

Por favor, describa el papel de las mujeres en su iglesia. ¿Dónde y cómo participan? 

En nuestra iglesia luterana, las mujeres desempeñan un papel muy fundamental; son muy activas. Dirigen muchos de los comités de nuestra iglesia, son presidentas y coordinadoras de ministerios. Están comprometidas como laicas en congregaciones y misiones; apoyan muchos espacios diferentes de la iglesia.

Eso está muy bien. Nosotras, como mujeres, somos muy visibles, y nos sentimos orgullosas de que Dios nos haya abierto estas puertas en la iglesia. Nos alegra ver que mujeres más jóvenes han asumido la tarea de continuar el trabajo y el servicio de la iglesia aquí en Colombia.

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