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Encuentro Europeo Taize

Aún en mi interior sigue resonando este pasaje de Efesios que escuché, cantado en español, en el encuentro europeo de Taizé al final del año pasado. Y sí, sigo descubriendo que Taizé es un lugar de acogida, de encuentro, de comunidad. Y justamente, esto último, fue lo que pude vivir con mayor profundidad: una comunidad en el calor de una familia, una familia que abrió las puertas de su casa, de su vida y me permitió celebrar con ellos la vida (incluso hasta el año nuevo), la fe y partir el pan.

La oración de Taizé es un lugar de encuentro, en el que muchos confluimos, sin importar la lengua, la edad, la denominación, el color de piel o las preferencias políticas: todos convivimos con un espíritu de alegría, sencillez y misericordia. Gestos concretos nos hacen ver en el otro a Cristo vivo: tratar de compartir la vida a través de las señas (porque no podemos hablar muy bien inglés), servir el pan los unos a los otros, jugar, caminar juntos, pregreginar en la misma fe.

Al finalizar estos días del encuentro quedé con una inquietud que, hasta hoy, me atravieza el corazón: ¿cómo podemos continuar vivendo esta experiencia en nuestra ciudad? Y, hablando con varios de los jóvenes de la  IELCO que han ido a Taizé y han vibrado con la misma vivencia que yo, llegamos a la conclusión de que lo más importante es abrirse a los otros y a los otros próximos, a ustedes que leen estas líneas y que pueden preguntarse cómo es posible vivir este encuentro profundo con Jesús.

Por eso, quisiera invitarles a que estén pendientes de las fechas que los diferentes grupos programarán para compartir con ustedes esta encuentro vitalizante con nuestro creador.

“Silenciosos y pobres, nuestros corazones son conquistados por el Espíritu Santo, llenos de un amor incondicional. De manera humilde pero cierta, el silencio conduce a amar”. (Tomado de: https://www.taize.fr/es_article1718.html).

Lizbeth Chaparro, peregrina encuentro Europeo Taizé-Madrid 2019

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