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El perdón y la comunidad

El pasaje de este domingo del Evangelio de Mateo incluye las instrucciones más conocidas de Jesús sobre el perdón. Cuando Pedro pregunta cuántas veces debe ser perdonado “otro miembro de la iglesia”, Jesús insiste en que no es adecuado perdonar a alguien siete veces. El miembro ofensor debe ser perdonado setenta y siete veces. El número parece asombroso, pero comunica claramente que el perdón es una parte esencial de la vida comunitaria cristiana.

Para valorar su punto, Jesús invoca una analogía sobre el “Reino de los cielos” que muestra la seriedad hemos de tomar la advertencia de perdonar. Cuenta la historia de un rey a quien sus esclavos deben una deuda. En el momento en que el rey espera ser pagado, un esclavo no puede pagar, y como resultado se vende junto con su esposa e hijos. El hombre ruega al rey y le pide más tiempo. El rey tiene misericordia de él y perdona completamente la deuda, pero entonces el esclavo no extiende la misma misericordia a un compañero esclavo que le debe una deuda. Cuando esta descubierto por el rey, él restablece la deuda original y hace que el esclavo sea torturado hasta que pueda pagarlo.

¿Es Dios el rey en esta historia y nosotros los esclavos? ¿Es la deuda que debemos como resultado de cómo hemos pecado contra Dios? Esa es una dura analogía, y una que no coincide con la pregunta original de Pedro sobre cuántas veces los miembros de la iglesia deben ser perdonados. Sin embargo, ilustra cuán seriamente Dios toma el perdón. En cualquier caso, lo que parece estar en el centro de la cuestión en la historia, y dentro del paradigma del pecado y el perdón, es esto: el fracaso de perdonar perturba, distorsiona y, finalmente, degrada a la comunidad.

No es sólo una cuestión de deuda y pago o transgresión y recompensa. En última instancia, esto es sobre el equilibrio y la integridad de la comunidad. Indudablemente el rey reconoce que extraer el pago de la deuda vendiendo al esclavo sería perjudicial para la cohesión de la comunidad. Perdonar la deuda no puede enriquecer las arcas del rey, pero mantiene la integridad de la comunidad y demuestra que la misericordia es el hilo que mantiene el reino.

La animosidad social que proviene del legado de la transgresión no resuelta y de las deudas que se acumulan continuamente sin la capacidad de pagarlas, impiden nuestra capacidad de vivir en el tipo de comunidad que Dios desea para nosotros. Sabemos que el Señor requiere que hagamos justicia, que amemos la misericordia y que andemos humildemente con nuestro Dios (Miqueas 6: 8). Las instrucciones de Jesús a Pedro y su historia subsecuente nos dan una clara sensación de que el perdón está en línea con lo que se requiere de nosotros. Es una parte crucial de participar en la amada comunidad de Dios.

Apuntes Pastorales (Mateo 18: 21-35)

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