\»Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento\» (Mateo 3:8). Este énfasis en el mérito o la valía genera cierta duda en los luteranos, quienes creen que la gracia y la salvación vienen de Dios inmerecidamente, que nunca podremos ser \»dignos\» por nosotros mismos de todo lo que Dios tiene para ofrecer en Cristo. Pero la palabra griega de la que se traduce \»dignos\» aquí puede tener otros significados. Por ejemplo, puede significar \»apropiado\», de manera que se considere que el buen fruto lo produce alguien que se ha arrepentido y ha sido movido por la gracia. Cuando hemos experimentado la gracia de Dios, vemos la vida como un don y, a su vez, queremos compartir nuestro don con los demás. El fruto no es la causa de la reconciliación; es el resultado.
Juan el Bautista comunica claramente que cualquiera que sea el fruto que produzcan los fariseos y los saduceos, no vale la pena cosecharlo. Más tarde en el Evangelio de Mateo, Jesús describe este \»mal fruto\» de los fariseos: \»Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás… se mueren por el lugar de honor en los banquetes… les cierran a los demás el reino de los cielos… hace[n] sagrado al oro… han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad\», etcétera (23:4-23). En casi todas las \»aflicciones\» que Jesús les atribuye, el problema principal es que han cultivado su fruto para jactarse y no para el bien de su prójimo.
Si eso significa ser un mal fruto, ¿cuál es el buen fruto que es \»apropiado\» para el arrepentimiento? Tenemos una pista en Isaías, quien es citado por Juan el Bautista. El profeta del Antiguo Testamento describe \»del tronco de Isaí brotará un retoño\» y \»el Espíritu del Señor reposará sobre él\» (Isaías 11:1-2): \»juzgará con justicia a los desvalidos, y dará un fallo justo en favor de los pobres de la tierra (11:4). Por él llegará una paz tan completa que \»el lobo vivirá con el cordero\» (11:6). ¿Qué tipo de fruto es producido por quienes se reconcilian con Uno así?
Por la gracia somos liberados de las \»pesadas cargas\» de la ley. Martín Lutero, sin embargo, deja en claro que esta libertad tiene un propósito y ese propósito se encuentra en el bienestar del prójimo. Nuestro \»fruto\» es suculento y dulce, alimentando a quienes Dios acerca a nuestro huerto. \»Esto demuestra que somos hijos de Dios, cuidando y trabajando por el bienestar de los demás, y cumpliendo con la ley de Cristo, al llevar la carga unos de los otros\». El fruto que \»es apropiado para el arrepentimiento\» es un fruto que crece como un don, cuidado por la gracia de Dios, y que se cosecha como un don, ofrecido para bien del prójimo.
Isaías 11:1-10 – Mateo 3:1-12
Preguntas para la reflexión:
1) ¿Qué significa estar reconciliados con Dios? ¿Con nuestro prójimo?
2) ¿Dónde vemos que nace el buen fruto en nuestra congregación?
3) El Adviento es una época de anhelo lleno de esperanza por la venida de Cristo. ¿Cómo responde esta iglesia a los otros \»anhelos llenos de esperanza\» en nuestra comunidad; al anhelo de paz, justicia y bienestar?
Oración:
Dios Misericordioso, por quien prospera toda la creación, recuérdanos, mientras esperamos el nacimiento de Cristo, el anhelo expectante de nuestro mundo por el buen fruto. Cuídanos y fórmanos para ser una iglesia cuyo fruto sea apropiado para el don de la reconciliación, la paz y la justicia. En tu nombre misericordioso oramos, amén.