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El Shalom de Dios

Esta segunda semana del Adviento nos atrae hacia las posibilidades de una verdadera paz para nosotros y nuestro mundo – el reino del Shalom de Dios. Irónicamente, hay tanto en esta época del año que trabaja contra una sensación de paz – y gran parte de ella es el producto de la fe equivocada y la religión exclusivista. ¿Qué significaría si realmente comenzamos a abrazar la paz, la mutualidad, la comunidad y el amar al enemigo que enseña el Evangelio? Estos son los desafíos muy poderosos y prácticos del Leccionario de esta semana.

La palabra que mejor resume el sueño mesiánico de esta semana, y que Juan proclamó, es la palabra “Shalom” – el bienestar, la paz, la salvación, la armonía, la bondad, la justicia están implícitos en esta palabra.

Isaías (Isaías 1: 1-10) la proclama a imagen de los depredadores que viven en armonía con sus presas. Isaías habla de un nuevo espíritu que traerá sabiduría, entendimiento y justicia. Habla de una curación de las relaciones entre las personas y las naciones.

El salmista (Salmos 72:1-7, 18-19) usa la palabra “Shalom” al describir el mundo refrescado y pacífico por el cual él ora.

Pablo (Romanos 15: 4-13) representa a judíos y gentiles como una voz de celebración ofrecida a Dios en la adoración. Pablo habla de armonía y de una comunidad inclusiva.

Juan el Bautista (Mateo 3: 1-12)  habla de un arrepentimiento que producirá fruto, que quemará la paja y dará lugar a algo nuevo y vivificante. Juan el Bautista invita a la gente a estar listos para la venida del Mesías que sumergirá a la gente en el Espíritu Santo de Dios.

Nuestra esperanza cristiana no es una esperanza “superficial”. No dice “no te preocupes, todo estará bien”. Nuestra esperanza no es sólo sobre sentimientos individuales, sobre nuestros problemas personales llegando a su fin. Más bien, nuestra esperanza implica una transformación radical de toda la comunidad y la forma en que vivimos unos con otros, o sea, la realización del Shalom de nuestro Dios. Nuestra esperanza se basa en una invitación por Dios para entrar en una nueva vida y no estar atascado en lo que falla en dar vida.

La esperanza que tenemos implica responder a los desafíos y trabajar por un nuevo mundo de justicia y paz, de bienestar, salvación y harmonía. En nuestra respuesta, seremos cambiados como una comunidad de hombres y mujeres. Puede que no siempre sea fácil, pero es maravilloso y es una buena noticia. Pueden ocurrir grandes cosas.

Y esa es la verdadera esperanza de la temporada de Adviento. No es que un grupo de personas sea declarado superior a otro. Pero juntos experimentaremos, a través de la presencia y promesa de Jesús, el Reino de Dios, que es un reino basado en el Shalom. Para que todos seamos llamados “Hijos de Dios” y obtengamos frutos dignos de ese título, frutos de arrepentimiento, justicia y paz, frutos que enderezan el camino del Señor.

Que nuestra adoración nos lleve al Shalom de Dios y nos transforme en agentes del Shalom en cada momento, cada situación y cada interacción.

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