Este domingo es el Domingo de Ramos. Es el domingo para los cristianos que honra la “entrada triunfal” de Jesús en Jerusalén. Es el comienzo de la Semana Santa.
Desde el occidente, el imperio romano entró en la ciudad. La procesión campesina de Jesús entró desde el oriente.
Como en la mayoría de los evangelios (y la palabra “evangelio” en sí misma), la “entrada triunfal” de Jesús es un acto político y de confrontación. La “entrada triunfal” es un concepto romano y describe la procesión ceremonial del emperador/gobernador/general en una ciudad conquistada. Es una poderosa y abrumadora demostración de fuerza.
Desde el oeste viene una “entrada triunfal” de una panoplia visual del poder imperial; caballería en caballos, soldados de infantería, armadura de cuero, cascos, armas, banderas, águilas reales montadas en postes, sol brillando sobre metal y oro. También, sonidos: la marcha de los pies, el crujido del cuero, el tintineo de los frenos, el tamborileo. El remolino de polvo.
La “entrada triunfal” de Pilato en Jerusalén demuestra la política de Roma. En aquellos días, cuando el imperio romano se fue y conquistó otra tierra en el nombre de su dios César, y mató a todos los hombres, violó a todas las mujeres y destruyó todas las casas, los soldados volverían anunciando “el evangelio según César”, la buena nueva de la última victoria de César, que otra tierra ha sido conquistada por su dios César, y que los enemigos de César han sido asesinados.
Esa es la política de Roma.
Pero esa no es la política de Jesús.
Desde el oriente, viene otra procesión. Una que revela que el reino de Dios está en marcado contraste con el reinado de Roma y con todos los demás sistemas políticos que buscan la victoria triunfante al influenciar a la gente a través de la violencia y la coerción.
El Domingo de Ramos, Jesús reveló una forma alternativa de ser político. La entrada de un gobernante político a una ciudad era de gran importancia en el mundo antiguo. Los gobernantes romanos entrarían en una ciudad en un caballo de guerra para mostrar poder y dominación. Jesús montó en un burro.
El Evangelio de Jesús es diferente. Este Evangelio es la política de la humildad, el servicio, el perdón y un amor no violento que abraza a todas las personas, pero especialmente a aquellos a quienes llamamos enemigos.
Jesús reveló la alternativa. La llamó “El Reino de Dios”. Es un estilo de vida político basado no en la violencia triunfante, sino en un servicio humilde. La política de Jesús asegura que todos tengan pan de cada día, busque perdonar deudas y pecados, evita la tentación de cometer mal contra nuestros vecinos, y nos llama a una vida de gracia.