Decir que José debió de haberse sorprendido cuando su prometida \»estaba encinta\» es quedarse corto. Un bebé esperado puede ser algo especial, pero para José, el embarazo de María era un hecho más desconcertante que alegre. En medio de su desconcierto, es visitado por un ángel en un sueño. El misterio del bebé que estaba por nacer no acabaría ahí para José, pero el mensaje de Dios era claro. Este niño tenía algo especial. No sería como otros niños.
Algunas congregaciones del sureste de Michigan solían organizar un albergue rotativo para personas sin hogar durante varias semanas a la vez en noviembre, cuando empezaba a hacer frío. Durante su semana como anfitriones, los catres llenaban las habitaciones de la escuela dominical. El nártex se transformaba en un comedor y un espacio de reunión, y la oficina se convertía en una pequeña clínica médica. Mientras los invitados llegaban a una congregación, Tomás llegó con sus padres a un estacionamiento para recoger a una familia que vivía en su coche. Tenían un hijo que, igual que Tomás, solo tenía 10 años, y pronto descubrieron un interés mutuo en los cómics y el futbol americano. A lo largo de la semana, Marcos y Tomás jugaron juntos, exploraron la iglesia y desarrollaron una amistad lo más fuerte posible en tan poco tiempo.
Pero a pesar de sus similitudes, Marcos y Tomás eran chicos muy diferentes. A ambos les encantaban los cómics, pero Marcos nunca había tenido uno. A ambos les encantaba el futbol americano, pero sólo Tomás había visto un juego en una pantalla gigante de televisión. Para uno de ellos, un motel era un lugar nuevo y extraño al que regresar cada noche después de un día de vacaciones lleno de diversión. Para el otro, un motel era un lugar nuevo y extraño a donde ir en esas raras ocasiones en que sus padres podían darse el lujo de pagar una habitación. Pensando en los viajes por carretera, Tomás se quejó con su nuevo amigo diciéndoleque él nunca podría dormir en un auto. A lo que el otro chico respondió tranquilamente \»Sí puedes cuando no tienes otra opción\».
Muchos de nosotros servimos con entusiasmo en albergues, comedores de beneficencia y bancos de alimentos, con el deseo de llevar a Dios a la vida de las personas que podríamos conocer. Para lo que muchos de nosotros no estamos preparados es para el Dios que otros suelen traernos a nosotros. En la lección del Evangelio, José, quien se crió escuchando historias de las Escrituras hebreas, no esperaba encontrar a Dios en el escandaloso embarazo de su futura esposa, María. Ni siquiera María lo esperaba (Lucas 1:46-55). Sin embargo, Dios, que hablaba en las cimas de las montañas y por medio de zarzas ardientes, también se acercó a una adolescente soltera y embarazada. En un sueño, José encuentra una verdad confusa, la de que a veces Dios se revela de formas inesperadas y por medio de personas inesperadas.
Durante esa semana con Marcos, Tomás había esperado que Dios se mostrase por medio de sí mismo y que revelara lo bien que se sentía servir a los demás. Sin embargo, Dios se mostró por medio de Marcos y su familia, y le reveló a Tomás y al resto de la congregación la verdad más aleccionadora sobre sus propios privilegios y de la cruel realidad de un mundo en el que algunos tienen demasiado y muchos tienen tan poco.
Dios también se revela a nosotros de otras maneras: en la esperanza que recibimos mediante historias de familias que buscan hogares estables y en la imperiosa insatisfacción con la injusticia y la desigualdad que impulsa a las personas de fe a trabajar incansablemente para poner fin al hambre, la pobreza y la indigencia.
En ocasiones Dios es revelado en la cima de una montaña, con relámpagos destellantes y palomas que descienden. Pero, en veces, Dios es revelado en una adolescente soltera y embarazada, y en otras ocasiones en un niño rubio de 10 años que vive en una carcacha Chevy destartalada. Mientras aguardamos el nacimiento de Cristo en la esperada mañana de Navidad, mantenemos abiertos los ojos en busca de la presencia de Dios en medio de nosotros también en lo inesperado.
Preguntas de reflexión
1) ¿Cuándo te has encontrado con Dios en lugares inesperados?
2) En las Escrituras, Dios suele elegir a personas inesperadas para ser instrumentos de la revelación de Dios: un pastorcillo, un profeta tartamudo, una adolescente embarazada. ¿Qué dice esto de Dios? ¿Qué dice esto de nosotros sobre lo que significa ser el pueblo de Dios?
3) ¿Cómo puede mantenerse abierta nuestra iglesia a la presencia de Dios entre personas que viven en la pobreza sin hacer que la propia pobreza parezca bendecida por Dios?
Oración
Dios de todas nuestras esperanzas, aguardamos expectantes la venida de tu hijo a nuestro mundo. Perdónanos por la forma en la que hemos cerrado nuestros ojos y corazones a tu palabra y presencia. Mientras anhelamos el Día de Navidad, mantén nuestros ojos abiertos a tu presencia entre nosotros; en los unos y los otros, en nuestro prójimo, en la gente a nuestras puertas. Abre nuestros corazones para recibir la verdad y la promesa que nos revelas en los demás y en toda la creación. En tu nombre oramos. Amén.
Isaías 7:10-16 – Mateo 1:18-25