Cada historia migrante es una historia marcada por la resiliencia, la fe y la esperanza, pero también por desafíos, duelos y aprendizajes profundos. Como iglesia, creemos en la importancia de caminar juntos y por eso trabajamos de la mano con personas migrantes, acompañando sus procesos, escuchando sus voces y defendiendo su dignidad.
Desde la acogida, la solidaridad y la inclusión, reafirmamos nuestro compromiso de ser una comunidad que abraza, sostiene y acompaña.
🤍 Porque nadie es extranjero en la casa de Dios.







