El texto del evangelio de este domingo (Lucas 21: 5-19) es claro. No somos los primeros en vivir en tiempos de ansiedad y transición. No somos los primeros que piensan que nuestro mundo está a punto de ser revuelto por las fuerzas políticas o la tragedia personal. Tampoco somos los primeros en lidiar con la tentación de obsesionarse con “lo que podría suceder”. Jesús habla de guerra, insurrección, conflictos, hambrunas, plagas, y lo que algunos consideran como portentos de un futuro nefasto: Los titulares cotidianos de nuestros periódicos y noticias.
Con todo este trastorno, dice Jesús, se puede esperar persecución. En tiempos de crisis y de cambio, las personas se asustan y cuando se asustan buscan los chivos expiatorios. No es fácil ser el seguidor del Príncipe de Paz cuando el clima social clama por ley y orden.
Pero eso es exactamente lo que Jesús nos invita a hacer. “Serás odiado por todos por mi nombre. Pero no perecerá un cabello de tu cabeza. Con su perseverancia ganarán sus almas”. Esta no es una promesa insincera que estaremos con un chaleco antibalas en la cara de toda la adversidad, pero una promesa de que si el miedo que nos persigue es un matón o lo que podría suceder después de una elección política, Dios nos sostendrá, si nos atrevemos a seguir el camino de Jesús.
Jesús dice en el evangelio de este domingo: “con su perseverancia ganarán sus almas”. En los desafíos de nuestra vida, podemos encontrar a Dios y Dios nos llevará a lo que es correcto y justo. En los desafíos de la sociedad, podemos encontrar a Dios y Dios nos llevará a lo que es correcto y justo.
Con esta visión de la esperanza cristiana, podemos desafiar muchas de las voces en nuestra cultura: las voces del consumismo y del materialismo; las voces que piden el control y la dominación sobre los demás; las voces que exigen más violencia o poder militar; las voces de las políticas que niegan a considerar las necesidades de los pobres; las voces de la discriminación y el temor de las personas diferentes; las voces que nos llenan de miedo y nos impiden hacer lo bueno que queremos hacer.
Tan importante como es trabajar por la justicia en el mundo es no olvidar las disciplinas cotidianas de la adoración, la predicación profética, el cuidado y el nutrir que aseguran que juntos nos volvemos seres humanos más enteros, pacíficos y compasivos.
Martin Lutero tiene fama de haber dicho: “Si supiera que mañana es el fin del mundo, ¡plantaría un manzano hoy!”, Según el historiador de la Iglesia, Scott Hendrix: “Esta afirmación no se ha encontrado en sus escritos. Los eruditos creen que se originó en la Iglesia Confesante Alemana, que la utilizó para inspirar la esperanza y la perseverancia durante su oposición a la dictadura nazi”. Auténtico a Lutero o no, el dicho habla de actuar con esperanza.
Que seamos inspirados a continuar nuestros pequeños actos, esperanzados y fieles de seguir a Cristo a través de la adoración de esta semana.